The last dance.

Las conclusiones son que me he divertido mucho. Y con eso bastaría, no hay más que decir. Infinidad de viajes en furgoneta con muchas maravillosas compañías tambaleando a mi vera por esa senda de ir hacía un pabellón cualquiera, o de volver a casa con el esfuerzo entregado.

Han sido muchos años en esas carreteras, entre liga Nacional y liga EBA, y el camino ha dejado su surco de cansancio, que es el que ahora me pide despedirme, pero rememorar me hace valorar muchos momentos disfrutados. Dios, !cuánta suerte he tenido de guardar en mi interior esta locura del baloncesto!, !cuántos días me has regalado!, y la cantidad de gente que me enorgullezco de conocer gracias a ti.

No te voy a abandonar, no sabría. Solo voy a bajarme del barco más exigente, de ese cuyo ritmo no puedo poblar por más tiempo, pero seguiré navegando más mundano, más en corto, más por padre que por entrenador.

Mañana dirijo a mi equipo de liga EBA ante Molina en nuestro nuevo y bonito pabellón de Cehegín, y pasado este, ya tan solo quedarán dos, una visita a la bonita Calpe, el próximo domingo y un último baile el 1 de Mayo ante Godella de nuevo en Cehegín. Me hubiera gustado llegar a estos partidos con los deberes hechos, pero no hemos podido hacerlo realidad por muchísimos factores que habría sido capaz de iros narrando semanas atrás si mi energía y compromiso con este blog fuese el que yo gastaba antes cuando escribía semanalmente. Deciros simplemente que han pasado muchas peripecias en este equipo, que cada componente del mismo es un auténtico héroe para mi porque cada uno ha tenido su propia batalla y las han superado o no, pero siempre guardando un esfuerzo extra y un calor de aliento hacía el proyecto, priorizándolo en muchas ocasiones de una manera muy entrañable.

Necesitamos conseguir una victoria más, no será fácil pero lo vamos a lograr.

He tenido mucha suerte porque el grupo de jugadores con los que termino es muy bonito. Si hubiera podido escoger al azar las personas con las que terminar, me faltan algunos (muchos, en realidad), pero hubiera sido muy parecido a mi equipo actual.

Hecho de menos terminar con gente de la casa como mi Juanca, Jon o Sergio Guirao, pero tengo la suerte tremenda de haber disfrutado este año a Rubén Rodríguez, Rubén Aguilera, Toni o Dani. Personas increíbles que siempre están dispuestas a aportar su parte y a ayudar como sea necesario.

Hecho de menos a algunos de mis mejores amigos de este mundillo a mi lado, como Jumilla, Joseda, Pedro Ortolano, Álvaro Bernal, Fernando Hurtado, José Miguel Chispas, Alex Gómez, Armando Vazquez, a jugadorazos que me enorgullezco de haber entrenado como Samuel Alcaraz, Xavi Alarcón, Juan Rubio, Jordi Molina, Rafa Jordá, Jaume Ruiz, Juanjo Olmos, Parra, Victor García, Manu Sánchez, Joel, Javi Garcia Cerezo, Juanjo Coello, Jorge Lledó, Eloy Galofre, Salva Mendez, Alex Kaki, Pablo Villar, Adrian Mendez, Rubén Sánchez, Domingo, Carlos Espasa, Marco Gaona, Adrian Rey o Antonio Sánchez Cutillas. Incluso a gente que ha pasado poco tiempo por mi pero que no sé el motivo pero han dejado una huella bastante profunda como Raimundo Cánovas, Jose Dols, o Paco Solsona. Y aunque he estado un buen rato para escribir este párrafo, sé que me voy a olvidar de un buen montón de chicos que en verdad me aportaron más a mí que yo a ellos.

Por contra, tengo la tremenda suerte de terminar junto a varias personas muy especiales para mi, Balta, un amor de tío por donde se mire; Alberto y su maravillosa ilusión contagiosa y su bondad, que aunque él igual no lo nota, he descubierto y disfrutado plenamente; Pepi, que es una maravilla de crío y del que espero en un futuro poder decir: «yo entrené a este tío» así, lleno de orgullo; Manu y su entrega al equipo; Expósito, y su valentía a la hora de apretarme y no regalarme lo que aún no me he ganado con él; Chema Albaladejo y Marcos Molina, porque la vida me los dejó un ratito cuando eran aún muy tiernos y no los pude disfrutar bien, y me los ha vuelto a poner delante para conocer a dos personas de las que valen un billete de avión a donde sea para ir a visitarlos; Padilla, porque quiero tener siempre ese entusiasmo contagioso y ese nervio bonico cerca mío en cada cosa que abarque y terminar con él a mi lado es un honor.

Lepero es otro cuento distinto, me ha aportado muchas lecciones de mí mismo conocerlo, tenía que estar en mi último partido, que quién sabe si también será el suyo, espero que no, por el bien del juego que amo. La perseverancia y la tozudez son esencias suyas, la competitividad sin límites y el compromiso le hacen ser hoy día, con 43 años el mejor jugador de toda nuestra zona de liga EBA, pero para mi lo que queda es cuando me llama y echamos un rato al teléfono, yo me pido a ese tío, aunque luego en pista jugase peor.

Pepe Llorente es el verdadero protagonista del último partido que yo dirigiré, porque él si que ha decidido que será su última temporada como jugador y creo que mi trayectoria es una gota en el océano que es la suya como jugador. Para mi ha sido un honor que haya hecho este último disfrute al baloncesto conmigo, es una alegría cada charla con él porque siempre he conectado muchísimo en forma de pensar (Aunque discrepemos cuando de Benzema se trata), conocerlo y entrenarlo ha sido uno de los mayores honores de mi vida y espero que nuestro pabellón y nuestra gente sepa valorar a estos dos monstruos, historia viva de nuestro CB Begastri por todo lo que hemos disfrutado viéndolos jugar y las cotas a las que nos han sido capaces de llevar.

Seguiré poblando pistas, el equipo donde mis dos hijos, Sergio e Izan, empiezan a dar sus primeros pasos, matará un poco el recuerdo de cuando quise ser un gran entrenador. Al final decidí ser más persona que entrenador, y aunque sé que eso cortó un poco mis alas, me ha dado más charlas y miradas bonicas de corazón que si mi actuar hubiese sido de otra manera.

Al final cada uno se va ubicando poco a poco en donde la vida le va poniendo, y simplemente la vida me va poniendo el baloncesto un poco más a un costado de mi cuerpo y no completamente enfrente mío como siempre fue, mi Merche es un estímulo fuerte para seguir en esta rueda, para que le de tiempo a apreciar en que consiste esto y como te hace grande y crecer. Acojo con amor lo que aún me nace hacía el baloncesto, lo mimaré desde las dentelladas que me apetezca darle, no temáis, lo trataré como siempre lo hice, con orgullo de pertenecer a él, con respeto por conquistarlo y con la pujanza de siempre por luchar por lo mejor para él.

Deja un comentario